por Jhon Maldonado Ruiz*
En los últimos meses, hemos vivido grandes transformaciones en nuestra vida personal y social. A causa de un agente virulento, a condición de sus complejidades como organismo vivo, se nos ha restringido en gran medida nuestra libertad de movilizarnos, de ir y venir a voluntad, de abrazar, saludar de mano, de sentir la calidez y cercanía de los otros en la calle. Las normas mínimas de protección nos solicitan un distanciamiento social, categoría que parece un oxímoron: ¿cómo distanciamiento puede ser acompañado de un calificativo como social, si, precisamente, social implica juntura, unión, interrelación, interconexión, estar juntos?
Para Harari (2020), muchas medidas tomadas como provisionales terminarán convirtiéndose en la norma diaria, porque en la discusión sobre si las decisiones violan nuestras libertades o no, está la necesidad radicalmente humana de sobrevivir. Quizá, en esa lógica, el distanciamiento termine siendo una forma de relacionarnos luego del confinamiento. Por ejemplo, en este tiempo en los periódicos y noticieros se informa de brotes de violencia e intolerancia contra, precisamente, aquellos que se esfuerzan por contener desde la primera línea la propagación del virus, lo médicos; sumado a los ataques por xenofobia, en nuestro caso, contra las personas venezolanas, cuando no contra los orientales. Todo es fruto del miedo a contagiarnos, el miedo a morir o a perder alguno de nuestros seres queridos. Quizá una vez fuera seguiremos mirando a los otros con un poco de desconfianza.
Saltan ante mí, un sinnúmero de cuestionamientos sobre los procesos que está asumiendo el programa de Negocios Internacionales de la Universidad Santo Tomás y las personas en él por supuesto, para afrontar la crisis no solo a nivel administrativo, sino también afectivo y, desde luego, académico: ¿cómo está adoptando las políticas nacionales e institucionales para superar la problemática del aislamiento?, ¿cómo ha afectado los procesos académicos?, ¿qué piensan que el programa puede hacer ante el panorama actual?, ¿cómo están viviendo esta crisis como profesionales y personas? Cuestiones que son resueltas por quienes se encargan de liderar, pensar y desarrollar estos procesos en las sedes y seccionales de la USTA.
Así, surge un diálogo desprevenido y cercano, a pesar de la distancia física e intimidante de una pantalla pixelada, entre fr. William Díaz, decano de División de Ciencias Económicas, Paola Helena Bautista Valencia, Javier Humberto Trillos Célis, decanos de la Facultad de Negocios Internacionales de la USTA Bogotá y Villavicencio, respectivamente, Carol Sosa Quintero y Natalia del Pilar Rojas, docentes de Villavicencio y Bogotá, junto con Juan Stiven Díaz Velázquez y Jaime Eduardo Méndez Cáceres, estudiantes llaneros. Cada uno con sus propias experiencias, conocimientos y sentimientos abordaron un tema que en este momento atraviesa nuestras existencias como una fría ráfaga de incertidumbre y con una especial calidez, confianza y esperanza en el trabajo mancomunado. Son notables las conexiones entre cada uno de los roles de la facultad.
Volver a nosotros ha implicado cambios y ajustes
Con la alegría y la firmeza que caracteriza a las personas santandereanas, Javier Humberto Trillos, o Trillos como muchos le conocemos, va marcando sus ideas con un acento que se mantiene a pesar de los años en los llanos y nos cuenta que ha sido una experiencia que a todos nos tomó por sorpresa, incluso para nosotros, dice, en Negocios Internacionales que se supone que hemos de estar informados de los sucesos mundiales. Sus palabras continúan: no esperábamos que esto se diera así. Nos dimos cuenta en diciembre de 2019 que estaban hablando de un brote de virus en China, sin embargo, con las fiestas de fin de año la situación pasó desapercibida. La noticia se agotó tan rápido como las celebraciones y los buñuelos; luego, en enero y febrero, continuaron los reportes, esta vez más cerca, en Francia e Italia. Hasta ese momento no pensábamos que se desbordaran las circunstancias. Fue una sorpresa ver cómo el contagio superó las fronteras de una manera tan intempestiva. Con la llegada a Latinoamérica, y una vez observadas las respuestas estatales de cada territorio, nos dimos cuenta que lo cultural ha jugado un papel crucial en las formas de afrontar esta situación.
Trillos se detiene, bebe algo, piensa y continúa: estamos condicionados a ciertas rutinas y formas de resolver los problemas, cuando nos dicen que hemos de cambiar en razón a un agente que ni siquiera podemos ver, empieza un choque. Se da uno cuenta que tiene unas maneras de pensar y hacer las cosas que ha de transformar rápidamente, de lo contrario quedará al margen de todos estos procesos. Honestamente, dice, lo problemático ha sido la incertidumbre, no saber cuándo volveremos a salir; la situación se ha extendido y no hay nada cierto. Quizá estamos demasiado acostumbrados a hacer planes y a tratar de cumplirlos, pero aquí no se puede hacer eso. Entonces debimos adaptarnos, incluso en nuestros hogares, pues tuvimos que adecuar espacios para trabajar de la manera más cómoda y eficiente. Y bueno, ser líder de un proceso —aquí expresa un poco más de lo que siente— implica que uno ha de dejar al lado sus propias preocupaciones y asumir el papel de animar a los docentes y estudiantes. Esto ha sido un reto complejo, con el cual a veces uno se siente saturado. Afortunadamente, se cuenta con un equipo de personas que han acompañado todos los procesos y con los cuales hemos logrado sortear los retos propuestos.
Luego, Paola Helena, con su particular sonrisa y mirada, como quien cuenta sus palabras para expresar acertadamente su pensamiento, relata que nos estamos enfrentado a un reto importante, el cual nos ha desplazado hacia otras estrategias de trabajo. Pasamos de un uso cotidiano, por ejemplo, de documentos físicos a digitales; de salir, ver gente y escuchar ruidos en el transporte y la calle a estar en el silencio de casa. Esta contingencia nos ha movido de nuestras zonas de confort —continua su diálogo—; también ha implicado nuevos aprendizajes: ahora usamos más las herramientas tecnológicas; pasamos de hablar cara a cara, con el contacto físico, a conectarnos con más personas por la necesidad de comprender las situaciones que viven todos los miembros de la facultad.
Con su sonrisa en el rostro, esta bella líder nos cuenta que antes pensábamos que la tecnología tendía a distanciarnos un poco, sin embargo, en las nuevas lógicas frente a la preocupación por nuestras familias, docentes o estudiantes, que se encuentran en otros territorios, este pensamiento han cambiado. Precisamente los medios tecnológicos han permitido que estemos más presentes en las vidas y situaciones de los demás, señala Paola. Ahora podemos estar físicamente en nuestras casas y tecnológicamente en los hogares de los otros. Todos hemos dejado entrar a los otros en nuestros hogares. Quizá eso nos ha llevado a la concreción más radical de nuestros compromisos sociales, a asumir dinámicas distintas de vida, hasta de dormir.
De una manera espontánea, característica de los estudiantes, Juan Stiven comparte la opinión de Paola Helena, dice que es una situación que llegó en un momento trascendental a nivel personal y profesional, sobre todo para él, pues es su último semestre de estudio. Para Juan Stiven, los mecanismos adoptados por la facultad han sido una gran oportunidad, pues valora mucho la posibilidad, desde la sincronía, de ver las clases en línea y si no puede asistir a alguna, verla luego de forma asincrónica. Así, no se ha atrasado en sus clases y ha podido realizar otras actividades en paralelo. Con la honestidad de alguien que ha pasado por muchas situaciones en la Universidad, Juan confiesa que ha sido un beneficio estar en casa con clases mediadas por la tecnología, pues tiene más tiempo para otras cosas.
Con la cadencia y tranquilidad que lo caracterizan, fr. William va dando saltos con sus palabras y nos dice que todo esto ha sido una gran oportunidad para acompañar y encontrarse en familia. Para que cada uno vuelva a sí, a su interior. Para él, la oración, la eucaristía y el rezo del Santo Rosario se han convertido en una rutina especialmente familiar. Todo esto ha sido una valiosa oportunidad para nuevamente estar en casa y poder acompañar más de cerca la salud de su madre. Nos habla de su medieval estilo de vida religiosa, en torno al estudio y la oración, que hoy cobra más sentido y le da la fortaleza necesaria para el afrontamiento de estar en clausura por largo tiempo. Además, expresa tranquilamente que ha sido una experiencia interesante de aprendizaje, la cual, aunque no estábamos preparados, ha hecho que nos movilicemos con mucha creatividad.
Hay personas que están rodeadas de un halo de seguridad y pragmatismo. Desde allí responden a todas las cuestiones de su vida. Del mismo modo, Carol, quien, con la honestidad de una abogada que ama la docencia, comparte la experiencia valiosa que ha sido para ella, pues ha podido compartir con su familia. Al igual que fray William, nos cuenta que estar con ellos es una oportunidad de reencontrarse y estar en procesos de acompañamiento. Piensa que hemos estado vertidos mucho tiempo hacia fuera y este ha sido un momento crucial para revisar y volver con los nuestros. En esto también coincide Javier Humberto, pues comenta que estar más tiempo en casa permite ver cosas que uno ya había olvidado o que no había sacado tiempo para ello, lo cual es muy interesante pues ha sido un momento para detenernos y volver al hogar.
“Una oportunidad para reinventarse”, es la frase que brota de nuestros audífonos en la voz cómplice de Nathalia. Para ella, todo esto ha significado salir de nuestra zona de confort y se ha convertido en un escenario especial para comprender el cambio en el-cómo hacer las cosas, no en el-qué estamos haciendo. Una oportunidad de mejorar y reorientar la manera en que estábamos haciendo las cosas.
De otro lado, Jaime Eduardo, con la seriedad y honestidad que inunda a algunos estudiantes, plantea que si bien el aislamiento es un mecanismo necesario para el cuidado de las personas y podernos recuperar rápidamente en lo social, también ha sido una situación compleja, ya que está acostumbrado a salir como muchos jóvenes y desarrollar muchas actividades. Para él, a diferencia de Juan Stiven, las clases le han parecido difíciles al realizarse a través de las tecnologías digitales, pues le parecen mejor cuando se tiene al docente cara a cara y se pueden hacer muchas preguntas. Hace falta verles el rostro y los ademanes a los otros. Además, dice que no es un secreto que la situación ha significado cambios vertiginosos en la forma de hacer las cosas, también para algunos ha resultado problemática en la medida en que no poseen los recursos para conectarse a las clases. Sin embargo, Jaime Eduardo valora mucho que los docentes intenten que esto no sea más dramático.
En esto coincide Paola Helena, al decir que esta situación es un periodo de ajustes, en el cual se presenta una curva de aprendizaje sumamente rápida que se convierte en una experiencia positiva. Para ella, los encuadres nos obligan a ser ágiles y creativos en las formas de asumir diferentes procesos, y esto nos lleva a la configuración, por ejemplo, de lenguajes acertados para comunicarnos mejor con la comunidad.
A este nivel, después de escuchar las intervenciones, siento que todos coinciden, como la resonancia de las cigarras, al tener un mensaje para dar más allá de sus fronteras físicas. Pienso que se alinean con la melodía de Arlissa (2018), en la que nos canta: “El daño no se puede deshacer / No pretendamos que desaparece / Necesitamos un cambio, oh si”.
Las enfermedades de la covid-19 y de la desconfianza están en el ambiente, y no creo que vayan a desaparecer pronto. Sin embargo, precisamente, el cambio emerge de nuestras vidas, de nuestras experiencias, las cuales nos dan la posibilidad, en un mutuo diálogo, de concretar nuevas y mejores formas para afrontar cualquier situación. Como los ilustrados, confiamos en la experticia y la bondad humana, en la ciencia y la sabiduría racional, en nuestra capacidad de salir de nuestras individualidades a promover escenarios de reconciliación.
El trabajo ahora nos conecta más
Quizá uno de los asuntos que más se ha hecho notable en nuestro presente ha sido la forma de trabajar. Un gran porcentaje de personas y de oficios hemos tenido que migrar a la virtualidad o a mediar con las tecnologías digitales. Si bien estas pueden acarrear precarizaciones corporales y laborales (por ejemplo, la virtualización de los cuerpos nos lleva a prácticas laborales donde las fronteras temporales se aplanan y permiten la intromisión de la empresa en nuestros intersticios familiares y personales), también es cierto que han contribuido a acercarnos a más personas, a lograr nuestras metas y a ver de otras maneras. Como dice Juan López López (2017), se trata de un arma de doble filo. Supongo que gran parte de la bondad o maldad que veamos en toda empresa humana está sustentada en su intención y finalidad.
Ante el escenario sui generis, que ha llevado a la USTA a promover estrategias de mediación tecnológica, Juan Stiven, presenta su perspectiva al creer que se ha manejado bastante bien la contingencia, para él la Universidad ha sido muy ágil en la toma de decisiones, lo cual ha permitido que, gracias a la infraestructura, los procesos de enseñanza y aprendizaje se hayan dado con la mayor normalidad; también, ha visto que se han utilizado diversos canales tecnológicos para comunicarse con los estudiantes y que, si en algún momento se han sentido perdidos, los docentes se han mostrado interesados en flexibilizar los trabajos y realizar un buen acompañamiento.
Toda crisis trae grandes aprendizajes. Para Paola Helena, quien habla y se muestra con la sonrisa de alguien que sabe de su trabajo, si bien la crisis ha puesto ante nuestros ojos situaciones de precarización en lo que respecta a equipamientos médicos, tecnológicos y económicos, también es claro que nos ha llevado a reinventarnos para hacerle frente de la mejor manera. Todos los estamentos de la facultad siguen funcionando lo más normal posible. Afortunadamente, las herramientas tecnológicas han permitido el ingreso de los equipos de manera remota para continuar con el desarrollo de las actividades académicas y administrativas. Es evidente que existen limitaciones como conexiones a internet, debilidad en la plataforma tecnológica del Estado, sobre su uso y el hecho de que algunos no poseen los recursos tecnológicos. Sin embargo, un hecho notable es la disponibilidad de los docentes y estudiantes para asumir este proceso de la manera óptima posible. Sumado a ello, la reorganización y el establecimiento de encuentros periódicos con los estamentos de la facultad han suscitado buenas propuestas para seguir afrontando la situación.
En la misma línea, con la complicidad de los líderes, Trillos trae a la memoria el dicho del Padre José Antonio Balaguera, rector de la USTA Villavicencio: “nos tocó arreglar el avión en marcha”. Y continúa, teníamos la plataforma Moodle como complemento a nuestras labores en el aula, pero no era una de nuestras fortalezas. Así que esta situación implicó cambiar muchas cosas y enfocarnos en nuestras debilidades para hacerles frente de la mejor manera. Trillos siente que una situación compleja es el hecho de no vernos, de no sentirnos, pues en clases mediadas por las Tecnologías de la Información y Comunicación tic no siempre se logra interactuar con todos. Dejar de tener un contacto directo con estudiantes y profesores, verlos y hablarles cara a cara en los salones, en la oficina, los pasillos o en la cafetería, confiesa, le ha hecho falta. Sin embargo, precisamente, gracias a la tecnología hemos establecido estrategias para vernos, conversar y asumir los procesos de enseñanza y aprendizaje —continua su reflexión—, lo cual nos ha llevado a flexibilizar herramientas y estrategias didáctico-evaluativas para que todos nos acomodemos de la mejor manera a las nuevas lógicas que nos exigen las circunstancias.
Fr. William, reposado e iluminado por el sol que atraviesa su ventana, comparte las opiniones de Trillos y Paola Helena, y nos cuenta que las particularidades son diversas frente al cumplimiento de los objetivos de la Universidad y de la división. Señala que algunos procesos se han detenido o han tenido que reorientarlos. Miremos, por ejemplo, los proyectos de responsabilidad e investigación, estas circunstancias han reorganizado los cronogramas y las estrategias para sus desarrollos. Además, en lo académico hemos visto la necesidad de flexibilizar los procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación, de manera que respondan de la mejor forma a las necesidades de conocimiento de nuestros estudiantes. Lo importante, en todo esto, ha sido la comunicación directa con cada uno de los estamentos. Afortunadamente contamos con lineamientos claros que responden a los requerimientos e intereses de las facultades.
Es maravillosa la coincidencia que se tiene entre todos los roles de la facultad. De esto da cuenta lo comentado por Jaime Eduardo, para quien las decisiones tomadas por la Universidad y la facultad han sido muy rápidas y la gestión del decano ha sido pertinente frente a las necesidades de afrontar los retos de las circunstancias actuales. Para él, es bueno ver cómo los docentes se han acomodado rápidamente para asumir las tecnologías y ofrecer las clases de una manera adecuada.
Una situación interesante es la verificación de que todo el trabajo de unificación realizado en los últimos años ha servido como plataforma para responder a los retos que nos propone la pandemia, comenta la profesora Carol. Y continúa: la Universidad ha tenido que actuar como multicampus. Así mismo, cada vez vamos más en la perspectiva de pensarnos como universidad en escenarios más allá de los edificios físicos, de los “castillos monacales” —dice entre risas—, donde el acompañamiento sea en espacios que reten al seguimiento y control de la permanencia física en las aulas o los lugares de trabajo. Señala Carol que todos tuvimos que ir a casa, en la medida en que no había una planeación previa nos tocó ir paso a paso y de acuerdo con las necesidades. Los profesores nos hemos reinventado rápidamente, ha sido una oportunidad para salir de nuestras comodidades pedagógico-didácticas y para pensar en nuevas herramientas y soñar el programa desde otras perspectivas.
Al otro lado de la pantalla, Natalia asiente, sonríe y con la disciplina que la delata va desgranando palabras que nos hacen comprender su postura. Expresa que esto ha sido un proceso de aprendizaje tanto para la organización estatal como para la Universidad. Para ella, la estrategia de mediación tecnológica fue la más acertada, otro panorama sería haber acudido a la virtualidad. La mediación con tecnología implicó para la Universidad la capacitación para los docentes y estudiantes. Ha servido como aprendizaje en la medida en que se van sorteando las actividades y se toman los correctivos. Hemos sido muy flexibles, señala Natalia, si no sirve una plataforma o estrategia probamos otra; también compartir los aciertos y problemas de las otras sedes y seccionales, lo dice citando a Carol, hacer las cosas como multicampus, nos ha proporcionado más y mejores posibilidades para hacer frente a los retos que van apareciendo. Por ejemplo, en el caso de los estudiantes que no poseían las condiciones para desarrollar los procesos propuestos, tuvimos que asumir otras actividades; la forma en que se realizaron los grados en Tunja o la manera en que usaron la plataforma en Villavicencio nos abren muchas posibilidades que, mediante la combinación de diferentes medios, estrategias y herramientas, se presentan como escenarios positivos para los procesos de enseñanza y aprendizaje. Nos queda claro que la Universidad no se quedó con la primera decisión, ha sido flexible para desplazarse a otros escenarios más productivos y pertinentes.
Una estrategia que nos ha funcionado, además de la comunicación asertiva señalada por Paola Helena, para el desarrollo adecuado de nuestros procesos en la división es la creación de una herramienta tipo encuesta para verificar la situación de los estudiantes y docentes en este momento, apunta fr. William. Con ella hemos logrado realizar una acertada regulación de la gestión académica y administrativa. Según él, el panorama es positivo, cada uno ha dado lo mejor para dar respuesta a las dificultades. Hasta el momento los seis programas que lidera fr. William no han presentado mayores dificultades y aquellas que se poseen se han gestionado para obtener los recursos necesarios para superarlos; por ejemplo, se adquirieron las licencias de software y aplicaciones para que los estudiantes y los docentes puedan trabajar desde sus casas.
Es claro para todos, no solo en la Universidad, donde hay más trabajo en razón de las necesidades que nos plantean las actuales condiciones. Todo esto ha significado idear mejores estrategias que permitan desarrollar nuestros trabajos eficientemente. Así, la articulación de herramientas didácticas y evaluativas en plataformas, el uso de aplicaciones y software, la implementación de metodologías mediadas por tecnologías digitales, más reuniones y documentos virtuales han implicado para muchos un aprendizaje acelerado. Antes, nos resistimos un poco a dejar entrar estos mecanismos a nuestros procesos laborales, de enseñanza y aprendizaje; sin embargo, la contingencia nos obligó a entrar en ellas y sin mucho reparo o reflexión. Cambiamos y lo seguiremos haciendo, sobre todo porque en este momento es el trabajo lo que nos mantiene unidos. Como dice Harari (2014) es la ficción lo que le da coyuntura a nuestra vida, objetivos y sueños comunes en una familia de más de treinta y dos mil personas.
Nuestro reto no solo es unir, es devolver la confianza
Nos enfrentamos a una realidad que para muchos es totalmente nueva, que ha implicado cambios drásticos y que nos ha forzado a extender nuestras fronteras epistemológicas, científicas, experienciales y significativas unos metros más. Muchos de los marcos que habíamos utilizado se han quedado cortos a la hora de realizar encuadres que nos permitan dar soluciones contundentes. Como bien apunta Paola Helena, toda crisis trae consigo aprendizajes o por lo menos es lo que se espera desde las esquinas más optimistas de la humanidad. Así supongo que lo considera Marina Garcés (2017) cuando habla del objetivo de la cuarta revolución en una época abarrotada de credulidades y crisis como la nuestra, “el desarrollo de la inteligencia humana más allá y más acá de la conciencia humana, poniendo en continuidad el mundo biológico, físico y digital” (p. 61), en donde se movilizan los lenguajes, las tecnologías, las epistemologías y los saberes hacia el bienestar humano.
Como hemos visto es tiempo de retos. Así lo piensa Paola Helena, para quien la Facultad de Negocios Internacionales apuesta por descubrir oportunidades de negocios en todos los sectores y con los actores económicos disponibles para que, en medio de la restructuración de la política internacional, se den procesos de integración. Las economías grandes, o tradicionalmente entendidas así, están sufriendo dificultades, lo cual hace que las economías pequeñas podamos encontrar nichos para potencializar nuestro desarrollo. Con el mismo acento de líder, Trillos asiente ante la posición de Paola Helena y expresa que la misma tecnología será un mecanismo para encontrar esas oportunidades. Si bien es necesario el encuentro cara a cara para reconocernos como personas en los procesos comerciales, culturales o sociales, lo que esperamos es que se den situaciones claras frente a lo que está sucediendo y, mientras tanto, será importante descubrir que las mediaciones tecnológicas nos dan las capacidades para adaptarnos a los cambios que nos presentan las circunstancias mundiales, regionales y nacionales. Hay que dar un valor a las nuevas necesidades que se nos están presentado y ahí el negociador tiene mucho por desarrollar. El reto es la adaptabilidad, ver cómo, por ejemplo, en Colombia podemos ofrecer productos regionales agrarios con un valor adicional que sea de interés para los consumidores nacionales e internacionales.
Estas lógicas de trabajo que estamos viviendo van a ser el entorno para que los estudiantes, más allá de las redes sociales, encuentren posibilidades de negocio en los medios tecnológicos. fr. William piensa que hemos pasado de una subutilización de los teléfonos inteligentes a una mejor y mayor apropiación. Los estudiantes están verificando el uso de estas herramientas para los negocios. Es importante la reconfiguración de las lógicas y las estrategias de negocios más allá de la voz a voz. Las exigencias de un pensamiento crítico frente a lo que aparece en las redes está formado otro tipo de profesionales.
Siempre me ha maravillado la complicidad de los estudiantes, a pesar de sus múltiples diferencias siempre encuentran la manera de conectarse en los discursos. Así son Juan Stiven y Jaime Eduardo, para quienes todo esto ha pasado gracias a que tenemos una conexión enorme por la globalización y los medios tecnológicos. Piensan que si bien habrá lugar para la desconfianza también es cierto que todos los estados se encuentran conectados comercial y políticamente con economías más grandes como las de Estados Unidos, China y Europa, lo cual va a significar que hemos de seguir generando espacios y procesos para interactuar. De ahí que el papel del negociador sea importante, pues busca conectar o comunicar las economías y regiones de un Estado o entre diversos Estados. Por ello creen que lo importante será tratar de crear otros negocios diferentes, con los cuales nos acoplemos a los cambios que se dan en el mundo y que permitan hacernos cargo de nuestras regiones. Esa va a ser nuestra tarea a futuro, crear otros negocios que permitan que nuestro país siga desarrollándose, buscar nuevas soluciones y alternativas para poder conectar y traer beneficios para los empresarios, pequeños productores y para el consumidor final.
Natalia y Carol, con la experiencia que da la docencia, piensan que toda la crisis es una gran oportunidad para encontrar insumos para los procesos de enseñanza y aprendizaje. Hemos de encaminar al negociador a saber aprovechar las dificultades y qué mejor posibilidad que la actual situación mundial para hacerlo. Los ejemplos estatales son fuente de aprendizaje, veamos el caso de los Estados asiáticos que piensan más en lo colectivo que en lo individual, lo que les ha permitido sortear de mejor manera el aislamiento y los protocolos. Incluso observar las guerras comerciales entre países permite estudiar las consecuencias jurídicas, políticas y económicas. También desde los ejemplos de las empresas, con sus procesos y estrategias adoptadas para salirle al paso a las dificultades: algunas de ellas poseían gran parte de su distribución y pagos a través de las plataformas digitales y esto ha permitido una transición más ágil. Así, siguen a la vanguardia de la economía. También, ha sido la posibilidad para generar otras estrategias para estar en el mercado y no quedar rezagados, es fácil ver que la gente está pensando en nuevos emprendimientos. Vemos personas, por ejemplo, que venden productos y servicios a sus vecinos. Así lo están haciendo, también, los estudiantes quienes han planteado emprendimientos desde las particularidades que tienen y se asocian con otros compañeros para generar servicios y productos con más valor agregado en medio de la contingencia. Queda claro, entonces, que es necesario ver otros escenarios de innovación, desarrollo y comercio.
De igual manera, Natalia y Carol plantean, que el negociador ha de pensar que su carrera puede cumplir diversos roles en el mercado laboral, por ejemplo, puede ir desde las labores logísticas hasta las negociaciones con organizaciones internacionales en papeles como el de agentes diplomáticos. El papel preponderante es el de mediadores internacionales, precisamente, en situaciones complejas como las que estamos viviendo en este momento.
Finalmente, es claro que en el horizonte de problemas que nos propone la pandemia surgen propuestas que, justamente, propenden por recomponer y reencontrar lazos de confianza. Creo que en esa línea la Facultad de Negocios Internacionales, como expone en su horizonte misional y alineada con las políticas institucionales de la Universidad Santo Tomás, se concentra en la formación de personas que promueven procesos y espacios para el desarrollo, la expansión y el crecimiento económico del país a partir del reconocimiento de la interacción de los contextos económicos, financieros, tecnológicos, políticos, legales y multiculturales. Con lo anterior en mente, pienso en el concepto de “hermenéutica diatópica” de Boaventura de Sousa Santos (2010), como una actitud y un adjetivo calificativo del trabajo que han de hacer los negociadores internacionales tomasinos. A quienes supongo han de procurar la confianza, el hermanamiento mediante el diálogo y las estrategias de “negociación” para que dos o más partes confluyan hacia objetivos comunes sin imponer sus posiciones; hacerse cargo de cada uno de los personajes y los escenarios regionales y mundiales donde se mueven, para delinear perfectamente las siluetas de las identidades particulares; promover el respeto y la responsabilidad por las múltiples diferencias experienciales, culturales, epistémicas e inteligencias humanas y no humanas. Así, con el corazón y la mente contaminados por la creatividad, el pensamiento crítico y la ética, desde nuestra Facultad, seguiremos abriendo paso para contribuir a las necesidades de las personas que devuelvan la confianza en el mercado, en las palabras, los pactos y, sobre todo, en las relaciones humanas, porque lo internacional va más allá del alistamiento social.
Referencias
Arlissa. (2018). We Won't Move [Canción]. En We Won't Move. Def Jam Recordings; umg Recordings, Inc.
Do Santos, B. (2010). Refundación del estado en América Latina: perspectivas desde una epistemología del Sur. Plural Editores.
Harari, Y. N. (2014). Sapiens: De animales a dioses. Una breve historia de la humanidad. Penguin Random House.
Harari, Y. N. (20 de Marzo de 2020). The world after coronavirus. Financian Times. https://www.ft.com/content/19d90308-6858-11ea-a3c9-1fe6fedcca75
Garcés, M. (2017). Nueva ilustración radical. Anagrama.
López López, J. S. (2017). Tecnologías imaginadas: discusiones entre mutantes digitales. Ediciones USTA.
*Jhon Maldonado Ruiz es Docente e investigador del Departamento de Humanidades y Formación Integral. Autor del libro Parques, rutas y murallas mentales: Narrativas epistemológicas de una conciencia afectada(2018). Correo: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla..
Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
Revista Sol de Aquino. ISSN 2744-8487 (En línea) Número 19 (enero-junio de 2021)