por Jeison Andrés Cardona Zuluaga
Ante la crisis actual que enfrenta el mundo, todos los sectores de las sociedades como el administrativo, el productivo, el financiero y hasta el educativo se han visto en la obligación de implementar nuevas formas de ejecutar sus labores. Muchos aseguran que es un paso inminente a la virtualidad y que la pandemia que ha llevado al aislamiento social obligatorio solo ha acelerado este proceso (Álvarez Mendiola, 2020). Frente a todo este mare magnum, el sector académico ha sufrido cambios que han alterado las dinámicas pedagógicas de un aula regular.
En contraste, se ha descargado en los docentes y en las instituciones educativas una responsabilidad enorme de virtualizar sus pedagogías y contenidos curriculares. Los colegios y las universidades han tenido que adquirir plataformas y ampliar sus servicios de internet, ya que con los que actuaban en las dinámicas presenciales no son suficientes. Esto sin tener en cuenta que la adaptación tecnológica requiere un sinnúmero de elementos que los profesores han tenido que aprender a manejar en muy poco tiempo y que, en algunos casos, hasta han suscitado hilaridad en sus estudiantes, por la falta de competencias propias de la era digital. Todo esto se ha tenido que hacer a velocidades supersónicas (Unesco, 2020).
En medio de esta situación se han puesto de moda una diversidad de términos que pertenecen al ámbito educativo, tales como reinventarse, que hace alusión particularmente a un cambio que se da por obligación (Rojas Marcos, 2020); otro es la categoría presencial con asistencia virtual, la cual ya se había acuñado por el Ministerio de Educación Nacional para definir un modelo educativo con unas características particulares y se ha adaptado en manuales de recomendaciones a docentes por motivo de la crisis reciente (Mineducación, 2020). Estos y otros conceptos han surgido y son usados para describir procesos educativos en medio de la crisis que ha llevado a que cada cual permanezca en su casa y se conecte por medio de herramientas virtuales, las cuales, para muchos, no son tan simples, ya sea por diferencias generacionales o por estatus socioeconómico (Pinilla et al, 2020). En el primer caso, no todas las personas tienen el conocimiento tecnológico necesario para el aprovechamiento de las herramientas virtuales y, en el segundo, en muchos hogares no se tienen los recursos necesarios para pagar un servicio de internet con la potencia y amplitud necesaria o no se tienen los implementos como computadores, sistemas de audio, micrófonos, cámaras, etc.
Por otro lado, los docentes se han enfrentado a un sinnúmero de dificultades como sentir que nadie los escucha, ya que no todos los participantes de la sesión pueden mantener sus cámaras encendidas, por lo cual, al momento de dar una explicación de contenidos o una instrucción no se cuenta con el gesto de confusión o claridad, que si bien no llega a ser objetivo al menos si da una primera señal de comunicación efectiva entre emisor y receptor (Ibáñez, 2002). Esto indica que los procesos de virtualización no solo se tratan de asumir que se orienta una clase por medio de una plataforma de videollamada en vez de en un aula física. Este proceso es más que un cambio de canal de comunicación, porque desde la planeación hasta la evaluación contiene diferentes elementos que modifican la estructura del proceso de enseñanza y aprendizaje (Suárez Riveiro y Anaya Nieto, 2004).
En todo esto parece paradójico que se hable de presencia virtual y mucho más que se vaya de lo presencial a lo virtual y se piense que son formas iguales de estar en el mundo, aun cuando a docentes e instituciones les ha tocado aprender a manejar un montón de herramientas virtuales y tecnológicas, y han tenido que plantear su quehacer de forma distinta. Esto ha influido en los cambios de paradigmas educativos, en la recreación de temáticas y las formas de pensar la realidad que se posicionan desde un horizonte de sentido (Banguero Camacho, 2007) completamente actual.
Por parte de la institución, esta mutación obligatoria ha hecho que la Universidad Santo Tomás conozca las condiciones de vida de colaboradores y estudiantes; esto para ofrecer ayudas como bonos de alimentación, computadores a bajos costos u obsequiados, reducción en matriculas y auxilios de conectividad. Los estudiantes han llegado a entender que sí les gustaba ir a la universidad y que la virtualidad y la tecnología, aunque son recursos valiosos y de gran ayuda, no llegan a resolver todos los problemas del mundo. En cuanto a los administrativos, ahora tienen que contestar requerimientos todo el tiempo. Lo que se podía solucionar con una visita a la oficina, ahora debe cumplir con redacciones protocolarias, tiempos de espera de respuestas hasta llegar, por fin, a la solución del inconveniente. Por simple que sea la petición se debe cumplir el trámite que, por demás, es complejo y dispendioso.
No obstante, esta situación ha traído más aprendizajes de los que se creían, no solo en el manejo de herramientas tecnológicas y plataformas virtuales, sino que ha llevado al mundo, a las instituciones, a los docentes y a los estudiantes a valorar a las personas, a disfrutar con su presencia, a gozar con un encuentro y, sobre todo, a entender que por valiosos e indispensables que sean los recursos virtuales y por la multiplicidad de alternativas que se encuentren en ellos, no llegarán a reemplazar a la presencialidad. Nunca un proceso de distanciamiento había hecho añorar más la cercanía.
Referencias
Álvarez Mendiola, G. (2020, 16 de abril). COVID-19. Cambiar de paradigma educativo. COMIE. http://www.comie.org.mx/v5/sitio/2020/04/16/covid-19-cambiar-de-paradigma-educativo/
Banguero Camacho, V. (2007). El horizonte de sentido. Desafíos de las disciplinas de las ciencias sociales: Organización de conocimiento desde la investigación. Entramado, 3(1), 8-13.
Ibáñez, N. (2002). Las emociones en el aula. Estudios pedagógicos, 28, 31-45. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-07052002000100002
Mineducación. (2020). Sector educativo al servicio de la vida: juntos para existir convivir y aprender. https://movil.colombiaaprende.edu.co/sites/default/files/aprenderencasa/guias-cuidadores/orientaciones-familias-trabajo-academico-casa.pdf
Pinilla, M., Ramírez Varela, A. y González, C. (2020). Los pobres, los más afectados por la pandemia. Universidad de los Andes. https://uniandes.edu.co/es/noticias/salud-y-medicina/los-pobres-los-mas- afectados-por-la-pandemia
Rojas Marcos, L. (2020, 7 de julio). Las pautas para reinventarse según el psiquiatra Luis Rojas Marcos. El confidencial. https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2012-07-07/las-pautas-para-reinventarse-segun-el-psiquiatra-luis-rojas-marcos_582985/
Suárez Riveiro, J. y Anaya Nieto, D. (2004). Educación a distancia y presencial: diferencias en los componentes cognitivo y motivacional de estudiantes universitarios. RIED, 7(1/2), 65-75. https://doi.org/10.5944/ried.7.1-2.1075
Unesco. (2020, 13 de mayo). COVID-19 y educación superior: de los efectos inmediatos al día después. http://www.iesalc.unesco.org/wp-content/uploads/2020/04/COVID-19-060420-ES-2.pdf
*Jeison Andrés Cardona Zuluaga es docente e investigador del Departamento de Humanidades y Formación Integral. Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.
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Revista Sol de Aquino. ISSN 2744-8487 (En línea) Número 19 (enero-junio de 2021)