por Juan Sebastián López López*
Tengo el gran honor de estrenar esta columna en medio de unas circunstancias memorables. Llevamos meses haciendo frente a una pandemia que nos ha impuesto retos de toda índole y en todas las escalas en que sea posible analizarlo. Este, ya lo sabemos, no es un fenómeno estrictamente sanitario o epidemiológico, sino también cultural, político y económico con un fuerte alcance en nuestras rutinas, vidas íntimas, dinámicas familiares, modos de socialización y expectativas sobre el futuro, el amor o el trabajo. De ahí la necesidad seguir enfrentándolo no solo con optimismo y disciplina, sino con toda la inteligencia y la perspicacia investigativa. Como docente líder del Instituto de Estudios Socio-Históricos Fray Alonso de Zamora (Ieshfaz), estoy seguro de que un análisis interdisciplinar y atento a la relación pasado-presente-futuro, como el que estamos llamados a realizar, resultará fundamental para dar sentido a lo que venga.
Me permito una confesión personal: si hago caso a mis sentimientos y emociones, no recuerdo haber tenido que enfrentar un desafío tan complejo e intenso, ni participar en una lucha como esta, contra un enemigo invisible y aún bastante desconocido pero que se materializa constantemente en cifras, muertos, noticias, protocolos, miedos y conversaciones. No creo ser el único, pues también noto que el carácter sorpresivo, global, mediático, impredecible y microscópico de esta pandemia ha hecho mella en mis amigos, familiares, colegas y estudiantes. No obstante, el proceso de verbalizar dichos efectos está aún en ciernes. El acontecimiento nos sobrevino y estamos, justamente, en el proceso de elaborar la experiencia, de construir su significado.
Los que hacemos parte de una comunidad universitaria tenemos la inmensa fortuna de que nuestro trabajo gire en torno al cultivo del intelecto, la sensibilidad y las habilidades para las conductas prosociales. La búsqueda de la verdad en la dulzura de la fraternidad, parafraseando a Alberto Magno, aparece en este panorama incierto y demandante de la pandemia como una coordenada que permite orientar la acción, ver en perspectiva y reponerse. ¿Quién, acaso, no se ha sentido estimulado con un proyecto intelectual, rescatado por un poema, orientado por algún pensamiento filosófico o espiritual, o reconfortado luego de ubicar los efectos del SRAS-CoV-2 en un plano histórico, comparado con pandemias pasadas? Ciertamente, podríamos decir que la vida académica, en general, y que el cultivo de las humanidades, en particular, constituyen un repertorio maravilloso para afrontar el tiempo presente y lo que esté por venir.
En el ámbito de las ciencias sociales y las humanidades veníamos de unos años en un clima general de abatimiento, de sentir que se nos exigía ser apologetas de lo obvio, pues cada vez menos se entendía el valor y el sentido de los currículos informados por la historia, la literatura, la filosofía y las artes. Entonces llegó esta pandemia y sus efectos nos permitieron recordar: la importancia de conocer el pasado para vivir sabiamente el presente; el poder político y cultural de las narraciones en las que estamos inmersos; la urgencia de fortalecer el vínculo entre ciencia y conciencia; el valor de la reflexión orientada al autoconocimiento; el sentido del diálogo como terapia y la necesidad de pensar por nosotros mismos para ejercer mejor como ciudadanos. En tal estado de cosas, ¿cabe imaginar un momento más exigente y al tiempo más propicio para el cultivo de las humanidades y la vida académica y universitaria?
Mi experiencia en el Ieshfaz, con un equipo maravilloso y plural que transita entre la historia, la sociología, el derecho, la literatura, la filosofía, las neurociencias sociales, la economía y la comunicología, me deja tres importantes lecciones, que quisiera compartir con los lectores. La primera, que, histórica, filosófica y sociológicamente hablando, las crisis, además de inevitables, involucran un inmenso potencial transformador. La segunda, que mirar hacia atrás, hacia el pasado con los lentes de la historia, es condición para entender la vida, si bien ésta debe vivirse mirando hacia adelante. La tercera, que tras la pandemia nos aguardan retos inmensos e igualmente urgentes, como la justicia social, las inequidades de género, la formación de individuos más solidarios y la catástrofe ambiental.
Atravesamos por una situación económica, anímica y logística que amenaza nuestro quehacer. Sin embargo, en el proceso de adaptarnos, de permanecer en muestras casas y de exigirnos perseverar en una modalidad extraordinaria de vida académica, hemos aprendido mucho de nosotros mismos, del papel de la investigación y del valor de nuestros hallazgos. Nuestros trabajos sobre la historia contemporánea de la USTA, el daño cultural a comunidades negras, la vida cotidiana en Bogotá, los procesos de poblamiento de Altos de Cazucá y el barrio Juan XXIII, los debates electorales en redes sociales, el lugar de la mujer en las ciencias, la imaginación utópica de talante ecosocial y el juicio político a presidentes en Colombia, entre otros, nos han permitido formar una plataforma teórica y metodológica para avanzar en investigaciones de talante humanístico con alto impacto social y comunitario.
Dedicaremos todos nuestros esfuerzos este año a consolidar el proyecto el Ieshfaz en profunda conexión con el de la USTA multicampus. A través de los proyectos editoriales, formativos e investigativos que gestionamos, queremos seguir manifestando nuestra apertura y disposición a colaborar. Los estudiantes en práctica o con inquietudes investigativas, los grupos de investigación de otras sedes y facultades y, en general, todos aquellos que entiendan la generación de nuevo conocimiento como una vía para el cambio social y cultural, serán siempre bienvenidos y acogidso por nosotros.
*Juan Sebastián López López es Doctor en Comunicación y Ciencias Sociales por la Universidad Rey Juan Carlos (España). Cursó su maestría en la misma universidad donde se graduó como máster en Comunicación y Problemas Socioculturales. Es, además, licenciado en Filosofía de la Universidad Santo Tomás. Actualmente es el líder del Instituto de Estudios Socio-Históricos Fray Alonso de Zamora (Ieshfaz). Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.
Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
Revista Sol de Aquino. ISSN 2744-8487 (En línea) Número 19 (enero-junio de 2021)