Las humanidades, fuera de las humanidades

por Jhon Fredy Maldonado Ruiz *

Cada época sirve de marco para el surgimiento de conocimientos y personas que responden a las necesidades de tal contexto. Cada tiempo ha visto surgir grandes intelectuales, artesanos, navegantes, pensadores, escritores, expedicionarios, científicos, músicos, líderes, poetas, místicos, cineastas, actores y arquitectos, entre otros. Aunque es claro que ellos no surgen solos, no son partículas individuales elevadas sobre la marea, como nos cuenta Richard Bach en su bella novela Ilusiones (2019). Por el contrario, hijo de frutos obtenidos de la sabia de un mismo tronco cultural.

Cada individuo, dirá Carlo Ginzburg (2019), entrelaza y es resultado de los diversos acontecimientos, relaciones y conocimientos que se gestan en su contexto. En la lógica anterior, las universidades sirven como esos troncos culturales, escenarios convulsos (no puede ser de otra forma) donde se alteran, reproducen, crean, rompen, instrumentalizan y despliegan relaciones que promueven conocimientos conducentes a que los allí involucrados se configuren en, precisamente, ese tipo de personas que responden a las vicisitudes sociales, culturales, políticas y económicas de su tiempo y espacio. Por lo menos así lo proclaman muchas en sus objetivos misionales. Las universidades han de ser convulsas en la medida que su autonomía radical no admite preformatos, ideologías y homogenizaciones.A contra sensu,

Ahora bien, cuando pensamos en las ideas que se desgranan en los párrafos anteriores en forma de palabras y relaciones, puede surgir en la mente de algunos lectores un marco temático preciso, las humanidades; y tal vez una pregunta alrededor de ese tipo de formación, "quizás eso sea trabajo y preocupación de los humanistas, ¿no?" En nuestro contexto pareciera que las humanidades fueron adjudicadas a un grupo de personas dedicadas al estudio, reflexión y comprensión del ser humano. Sin embargo, como en otras universidades, en la Santo Tomás esta aseveración no es tan cierta. Dos, entre muchos, pueden ser los ejemplos de esta idea: las preocupaciones de los investigadores Nicolás Ronderos Pulido (2019) y Claudia Charry y Andrea Mojica (2019).

Tales investigadores aunque en dos extremos de las ciencias, el primero profesor de la Facultad de Economía y las segundas de la Facultad de Psicología, poseen angustias propias que se alinean con muchos de nosotros como docentes y que los hacen humanistas fuera de las humanidades. Por un lado, para Ronderos Pulido (2019) es importante definir la relación entre las capacidades y el desempeño académico y laboral de los estudiantes. En otras palabras, le interesa reconocer cómo están llegando los estudiantes a nuestras aulas, qué competencias y capacidades poseen para que su desarrollo en nuestros espacios académicos sea fructífero y, luego, en el ambiente laboral tienen el mayor número de oportunidades para desempeñarse.

Para las profesoras Charry y Mojica (2019) el foco se encuentra en la formación de personas más responsables de su ciudadanía. Lo que equivale a decir, en términos de la USTA, seres humanos éticos, creativos y críticos (2004), que sean capaces “de responder desde sí mismos; es decir, de dar la propia, personal e intransferible respuesta a su propio e intransferible comprometimiento, por íntima convicción y por amor, ante su propia consciencia y ante su comunidad ”(Sedano González, 2002, p. 68).

Los profesores en sus indagaciones se cruzan en un punto crucialmente humanista, la preocupación por el ser humano, por la persona que está ahí, en medio del aula y en los pasillos, y que se ha de relacionar con otros en las calles. Lo hacen en términos de la articulación de criterios de calidad que definan los insumos para una educación que propenda por personas con mayores capacidades para su desempeño no solo en lo laboral, también en lo relacional con los otros y la naturaleza (Ronderos Pulido, 2019) ; y en la medida que articulan la defensa de los jóvenes como agentes válidos de los procesos políticos de nuestro Estado y sociedad (Charry & Mojica, 2019). Esto lo dicen cuando lanzan su crítica, que para algunos de nosotros puede ser una confesión:“No tomamos en serio la idea de que los jóvenes sean agentes de experiencias de participación política porque simplemente asumimos que no pueden” (Charry & Mojica, 2019) o no les interesa. Sin embargo, según los hallazgos de las investigadoras, es evidente que los jóvenes además de interesarse por estas temáticas requieren la promoción de espacios académicos donde se generen prácticas de participación significativa. Lo cual requiere un mayor acompañamiento y validación por parte de los adultos que estamos inmersos en tales procesos. es evidente que los jóvenes además de interesarse por estas temáticas requieren la promoción de espacios académicos donde se generen prácticas de participación significativa.Lo cual requiere un mayor acompañamiento y validación por parte de los adultos que estamos inmersos en tales procesos. es evidente que los jóvenes además de interesarse por estas temáticas requieren la promoción de espacios académicos donde se generen prácticas de participación significativa. Lo cual requiere un mayor acompañamiento y validación por parte de los adultos que estamos inmersos en tales procesos.

Tanto las indagaciones sobre las capacidades estudiantiles para lo académico y lo laboral como para la responsabilidad y participación en la vida política parecieran ser fuero propio de los humanistas: de antropólogos, pedagogos, psicólogos, sociólogos o filósofos. Sin embargo trata de una preocupación más allá de las disciplinas, de la discusión de si somos ciencias del espíritu o naturales. Es una preocupación por la persona, por los seres humanos que confían en nuestros saberes profesionales y condiciones humanas, como sus docentes, para acompañarlos hasta lo que ellos consideran, en estos momentos, su prioridad, sus sueños, su vida. Tenemos, en gran parte, las vidas de nuestros estudiantes en nuestras manos.Así que, venga de donde venga la pregunta lo importante es que sea por lo humano.

Las humanidades, entonces, no quedan reducidas a unos cuantos profesionales con lenguajes especializados. Las humanidades se salen de las humanidades. Es la promesa de la Ilustración cuando declara los saberes “como trabajo, elaboración, ensayo-error, una elaboración continua e inacabada del sentido y el valor de la experiencia humana” (Garcés, 2017). Saberes que se dispensan, construyen, debaten, criban y entrelazan con las cotidianidades y necesidades de las personas en medio de nuestra vida diaria;saberes que en torno a la sociedad van enriqueciendo las experiencias de los otros, porque quizás, como a Menocchio la imprenta le proporcionó los medios para confrontar libros contra su tradición oral, dándole palabras para nombrar sus problemas, y la Reforma le dio el marco para poder pensar y hablar desde otras perspectivas (Ginzburg, 2019, p. 30),

Referencias
Bach, R. (2019). Ilusiones. Madrid: Pengüin Random House.
Charry, C. y Mojica, A. (2019). Participación política con niños: construyendo ciudadanía desde la escuela. Bogotá: Inédito.
Garcés, M. (2017). Nueva ilustración radical. Barcelona: Editorial Anagrama, SA
Ginzburg, C. (2019). El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI. Bogotá: Editorial Planeta.
Ronderos Pulido, N. (2019). ¿Cuáles son los elementos determinantes en el rendimiento académico? Bogotá: Inédito.
Sedano González, DO (2002). Pedagogía de la respuesta. Bucaramanga: Convento de Cristo Rey.
Universidad Santo Tomás. (2004). Proyecto Educativo Institucional. Bogotá: Ediciones USTA.

* Jhon Fredy Maldonado Ruiz es licenciado en Filosofía, Ética y Valores Humanos, especialista en Educación con Énfasis en Evaluación Educativa y magíster en Educación de la Universidad Santo Tomás; docente del Departamento de Humanidades y Formación Integral de la Universidad Santo Tomás; miembro del Grupo de Investigación Aletheia. Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.

 

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Revista Sol de Aquino. ISSN 2744-8487 (En línea) Número 18 2020

 

Sol de Aquino

Es una publicación interdisciplinar de carácter divulgativo, que nace en el año 2003 y tiene como propósito visibilizar ante la comunidad tomasina y la población en general, las experiencias derivadas de las actividades universitarias de la USTA y ligadas a las reflexiones sobre Sociedad y Ambiente.

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