Las dimensiones de la acción humana

por Luis Fernando Bravo *

Las dimensiones de la acción son una manera de concretar la centralidad de la persona en el Proyecto Educativo Institucional de la USTA. Esta definición requiere de una reflexión que permita darle cuerpo a la propuesta, de tal manera que, actualizando la discusión, pueda dar contenido y proyección al modelo de universidad que quiere impulsar la Universidad Santo Tomás.

Desde las discusiones aristotélicas es claro que una metafísica del acto y la potencia permite dar cuenta del carácter creador del ser humano que participa a su vez del acto creador de Dios. La acción es la manifestación del proceso que pone la libertad en acto, en ella la inteligencia y la voluntad se concretan en una unidad que da cuenta del misterio y dignidad del ser humano.

En la tradición de los escritos tomísticos se encuentra una reflexión sobre la persona y su proceso de ascenso "la persona ( per , repetición; aumento; sona , sound, habla, expresión)", aumento de ser y de perfectibilidad a través de la acción sensata o con sentido. De aquí que un proyecto centrado en la persona nos indica creación, potencia y excelencia.

En este orden de ideas, la acción como creación nos avoca al mundo de las posibilidades del inicio y del nacer, en palabras de Hannah Arendt,

[...] la acción, contadas sus incertezas, es como recordatorio siempre presente de que los hombres, aunque han de morir, no han nacido para eso, sino para comenzar algo nuevo. Initium ut esse homo creatus est ; para que hubiera comienzo fue creado el hombre, dijo Agustín. Con la creación del hombre, el principio del comienzo entró en el mundo; lo cual, naturalmente, no es más que otra forma de decir que, con la creación del hombre, el principio de la libertad apareció en la tierra. (Arendt, 1995, pág.107)

Es en el actuar humano que la libertad tiene su forma concreta, es el poder del hacer que inaugura la novedad y encarna el mundo de posibilidades de la imaginación y de la creación. Este deseo se encarna como potencia creadora y permite la creación de mundos sociales que, buscando la organización y la repartición de los capitales materiales y simbólicos, requiere de la justicia como igualdad y equidad. En este sentido, la acción se realiza sobre la base de lo dado bilógicamente como herencia del código genético que, en complemento con el código lingüístico, permite la realización del mundo simbólico como cultura. Se hace historia por las acciones colectivas y por el cambio en el tiempo, se es histórico haciendo la historia.

El peso del tiempo pasado, con todo devenir cargado de crueldad y de solidaridad, nos impele a sufrirlo como determinismo oa superarlo por la acción. Porque es posible superar el fatalismo cuando descubrimos que el pasado no está cerrado y que el futuro es realizable al reintroducir lo contingente, lo nuevo, la iniciativa de los humanos como historia, al decir de Ricoeur:

Al igual que nosotros, los hombres del pasado fueron sujetos con iniciativa, con retrospección y con prospección. Las consecuencias epistemológicas de esta consideración son múltiples. Saber que los hombres del pasado formularon expectativas, previsiones, deseos, temores y proyectos es fracturar el determinismo histórico reintroduciendo retrospectivamente la contingencia en la historia. (Ricoeur, 1999, pág.49)

Es un legado del tiempo generacional en donde nuestros antepasados ​​fueron seres humanos con iniciativa, con expectativas y esperanzas que nos transmitieron a través de la crianza, las creencias y los proyectos por hacer. Así, la cultura no es un monumento y un peso que cargar; es una deuda que cubrir como solventes ante la historia, es decir, las generaciones venideras se arman desde las anticipaciones de los que nos precedieron en el tiempo y pueden prolongarse en los sucesores en una dinámica e historicidad que da cuenta del cambio en el tiempo.

Obrar
El obrar como manifestación propiamente humana de la acción concreta es, quizás, el ideal de formación de la USTA. Este hecho está en consonancia con la formación en la virtud de la prudencia. En el obrar se hace patente la densidad antropológica de nuestro estar y habitar el mundo.

El obrar se concreta en la acción que se realiza conforme a valores éticos y en dirección a hacerse más persona, se configura en el proceso de formación y se manifiesta en el carácter de las acciones y se completan con la cohesión de una vida. El obrar es la acción intencionada de los seres humanos. La libertad se hace obra en dirección a la excelencia o virtud. La finalidad del bien máximo y del bien común permite la vida ética como la opción de vivir bien con la solicitud de los otros en instituciones justas que hacen del reparto de los bienes la razón de la organización política. (Bravo, 2019, pág.56)

El obrar es llevado al lenguaje como expresión de sentido y de dirección del actuar. Esta dirección se anuncia como telos de la acción; es un motivo que se hace proyecto. Además, el obrar es potencia por cuanto se encamina al futuro como capacidad del poder hacer y de intervenir con sentido en el curso de la vida humana. Es la potencia que permite la actualización de las capacidades y de los sentidos que abre un mundo simbólico en donde la acción colectiva se inscribe para cambiar el curso de la acción con todas las incertidumbres del fin de las acciones iniciadas.

En la relación de la potencia y el acto ( dynamis y enérgeia ), lo esencial es el descentramiento mismo —hacia lo bajo y hacia lo alto, en Aristóteles— gracias al cual la enérgeia dynamis se orienta hacia un fondo de ser, a la vez potencial y efectivo, sobre el que se destaca el obrar humano (Ricoeur, 1996, p. 341).

Esta preeminencia marca la manera como en el obrar cobra unidad la antropología y la ontología de la creación. Es decir, que en tanto los seres actúan, padecen y prescriben el universo de la teleología se orienta a obrar con un sentido de complejidad de la vida humana.

Hacer
El hacer en la actual sociedad tecnológica adquiere toda su dimensión y responsabilidad. Nunca habíamos estado frente a la posibilidad de la extinción como especie ni tampoco sabíamos que el Antropoceno, es decir, la acción de los humanos como un todo, tiene las repercusiones que un modelo capitalista centrado en la producción no nos dejaba comprender.

El hacer se refiere a la acción propiamente técnica conforme a una mediación instrumental para construir un mundo, se trata del hacer técnico encaminado a la transformación conforme a los medios disponibles de la naturaleza para crear y solucionar problemas concretos de las sociedades y para hacer de la vida humana un asunto más fácil en la supervivencia y la administración de los recursos escasos. (Bravo, 2019, pág.56)

La dimensión del hacer se vincula al mantenimiento de la vida como consumo ya la construcción de un mundo como lo útil que permite la duración de la vida. El consumo es repetitivo y mantiene el curso de la vida con su golpe de necesidad, sin espacio para la contingencia; el vivir se aferra al ciclo del nacer, crecer y morir. El uso depende del trabajo, lo útil se orienta a la transformación y creación de un mundo donde la fabricación se ordena a los desafíos de la vida garantizando su durabilidad. Es el ámbito de la producción que los modernos en el siglo XIX reflexionaron como riqueza y Santo Tomás como el orden de administración de la casa, y luego Tomás Moro y Maquiavelo discurrieron como el ámbito técnico de dar a todos lo necesario.

El hacer requiere de un saber técnico y validado científicamente como patrimonio del acumulado de conocimientos, técnicas y fines de la vida en su condición natural como especie y como individuos organizados como estado para prolongar la existencia humana ”(Bravo, 2019, p. 56) .

El hacer tecnológico corresponde a una capacidad mayor de transformación del mundo y de los instrumentos que prolongan y amplían la capacidad humana de producción que impacta la vida en todas sus dimensiones. Por ello, se mantiene una reflexión sobre los alcances y límites del transhumanismo tratando de esclarecer lo que es posible y ético frente a la posibilidad de un capitalismo de vigilancia y de totalitarismo de la tecnología sobre la vida de los humanos.

Comprender
La discusión actual sobre la hermenéutica actualiza esta vieja disciplina que se desarrolló como exégesis en el orden de lo canónico y que luego desembocó en los impulsos y avatares de la reforma protestante sobre la frágil unidad de Europa. Dicha reflexión, se torna metodológica en los aportes de la teología protestante y de la epistemología de la historia, y de esta manera se precipita al siglo XX con el énfasis del comprender como existenciario ontológico en Heidegger y en Gadamer, y en las sesudas aportaciones de Ricoeur como fenomenología hermenéutica.

El comprender como el modo específico de darle sentido a la existencia; como una relativa totalidad en la que se ubica la vida práctica de los humanos en sus diferentes sociedades permite dar sentido y dirección a la acción. Así, el comprender es el ámbito en el que el sentido se comparte y adquiere la dimensión propiamente humana de la ética y la política en la que sobre la base de la existencia biológica se construye el sentido de la historia y de transmisión cultural simbólica de las identidades y de las formas de vida colectiva como pueblos y como civilizaciones. La comprensión se ordena al establecer la acción común con sentido,

La comprensión en las actuales coordenadas se remite a una visión estructurada de la realidad. Esto es, que la relativa totalidad de la realidad se realiza por perspectivas que requieren del diálogo y la composición de las diversas versiones que nos permiten construir lo común en aras de lo emergente de la vida y de estudios que superen las meras disciplinas en un proceso de conexión y diferenciación de la realidad. El comprender entonces nos enfrenta al sentido y nos interroga por los subsuelos simbólicos de la acción como obras del quehacer humano que se acumula como sentido de humanidad en medio de los avatares de la tecnología con su poder y determinación, pero también en el papel de la vida en medio de paradigmas más biocéntricos que cuestionan nuestro papel en el cuidado de la casa común.

Comunicar
La comunicación como dimensión que ha cobrado toda su potencia en los momentos actuales nos enfrenta a los diferentes modos de simbolización y entramado cultural que las diversas colectividades humanas expresan. Desde el papel político de la libre opinión, ganancia propia de la contemporaneidad, a los desafíos digitales de la actual coyuntura, en donde los textos se hacen hipertextos, los modos de experimentación y de ficción mediática, afrontamos la necesidad de otros lenguajes y otras comprensiones de la imagen y la representación.

El comunicar como el ejercicio constante del lenguaje que de manera simbólica expresa lo aprendido por la humanidad y para la creación de nuevas realidades por venir. La comunicación es la forma en la que las herencias perviven y se perpetúan como memoria e historia, de tal manera que los antepasados ​​legaron sus deseos y los contemporáneos realizan como desafíos antiguos y modernos e innovan y proyectan su vida a los descendientes. (Bravo, 2019, pág.57)

Estamos en la era de Hermes, los mensajes viajan en el ciberespacio y los flujos de información nos inundan en un constante ir y venir. Tenemos acceso y la lógica de los algoritmos se hace lenguaje común ( lingua franca ). La comunicabilidad de las experiencias nos urge para lograr el entendimiento y la realización humana en medio de las diferencias.

La sabiduría prudencial
La sabiduría prudencial es el centro de la formación, tanto el obrar, como el hacer, como el comprender y el comunicar se expresan en esta idea dimensiones como de la acción humana, “que habitúa a tomar decisiones en situación, discerniendo los multas más valiosos y eligiendo los medios más apropiados ”(pei, sp). Tal sabiduría se concreta, así, en el elogio de Tomás que en 1974 realizó Umberto Eco:

Se trata de soluciones fundadas en el equilibrio y en esa virtud que Tomás llamaba “prudencia”, cuyo cometido es conservar la memoria de las experiencias adquiridas, tener el sentido exacto de los fines, la pronta atención a las coyunturas, la investigación racional y progresiva , la previsión de las contingencias futuras, la circunspección ante las oportunidades, la precaución ante las complejidades y el discernimiento ante las condiciones excepcionales. (Eco en Bravo, 2019, p. 57)

La memoria de los problemas implica tener toda la información posible. La cantidad de bases de datos nos dan el acceso a un sinfín de posibilidades para hacer de los estados del arte una dinámica de circulación convergente de las problematizaciones en los más variados campos de realidad y de acción. Así, tener contexto del presente implica una mirada local y global de la realidad. Las particularidades de nuestros contextos tienen horizonte el mundo global y el planeta planetarizado, es decir, el paisaje común de nuestros desafíos es el planeta mismo en su frágil constitución como tierra, casa común de la vida en todas sus formas. Por ello, la suspicacia con respecto a lo complejo, esto es, la mirada y la acción en red. Las interacciones y las interdependencias de todos los acontecimientos físicos,

Del tiempo como espacio de experiencia y horizonte de expectativa se cierne la dialéctica de lo recibido como herencia sedimentada con el horizonte de esperanzas que el futuro abre, por ello se impone la prospección como el largo tiempo de las decisiones. La prudencia requiere discernimiento, pero también de una ecología de la acción: que los contextos y los espacios de experiencia en el corto, mediano y largo plazo se imbrique en el inicio de la acción. Pero no podemos controlar todo su devenir, se abre a la incertidumbre de la vida y por ello la urgente necesidad de una formación en la prudencia como proyecto educativo y como la mayor contribución a una nación que no quiere ser condenada a otros cien años de soledad .

Referencias
Arendt, H. (1995). De la historia a la acción. Paidós.
Bravo, L. (2019). A propósito de la universidad de estudios generales. En D. Cely y J. Murcia (comps.), Reflexiones filosóficas, pedagógicas y curriculares sobre el realismo pedagógico. Ediciones USTA.
Eco, U. (1974). Elogio de Santo Tomás. https://www.nexos.com.mx/?p=3096
Ricoeur, P. (1996). Autobiografía Intelectual. Nueva Visión.
Ricoeur, P. (1999). La lectura del tiempo pasado. Arrecife.
Universidad Santo Tomás. (2004). Proyecto Educativo Institucional. Ediciones USTA.

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* Licenciado en Filosofía por la Universidad de San Buenaventura. Magíster en Investigación Social Interdisciplinaria por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y doctorando en Estudios Sociales de la misma universidad. Docente del Departamento de Humanidades y Formación Integral de la Universidad Santo Tomás. Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.; Orcid: https://orcid.org/0000-0003-1687-4012

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
Revista Sol de Aquino. ISSN 2744-8487 (En línea) Número 20 (julio-diciembre de 2021)

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Sol de Aquino

Es una publicación interdisciplinar de carácter divulgativo, que nace en el año 2003 y tiene como propósito visibilizar ante la comunidad tomasina y la población en general, las experiencias derivadas de las actividades universitarias de la USTA y ligadas a las reflexiones sobre Sociedad y Ambiente.

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