La fuente: representación de la vida y el dinamismo del cambio

por Eduardo Alberto Gómez Bello*

Para los muiscas, asentados en el territorio cundiboyacense, el agua era un elemento divino al que le dedicaban ceremonias religiosas, además que la cuidaban y protegían porque era el recurso para sus alimentos y para asearse. Con la llegada de los españoles, se funda Santafé de Bogotá entre los ríos San Agustín (hoy calle 6) y San Francisco (hoy Avenida Jiménez o calle 13), donde los pobladores tomaban el agua para los alimentos, lavaban la ropa, se bañaban, botaban la basura y las aguateras llenaban las múcuras para vender el agua a las habitantes de la ciudad. Eran sitios públicos en donde la chusma, principalmente, se divertía.

Con el cultivo del trigo y la ganadería, los ríos se vieron afectados ya que es claro el uso del preciado líquido, para la ganadería lo era pues las carnicerías tenían que quedar a orillas de algún río debido a que la higiene requería profundos lavados. En 1584 el Cabildo de Santafé de Bogotá, construyó el primer acueducto público desde el río San Francisco hasta la Plaza Central. Era como un tubo abierto en la parte superior que pasaba por una gran cantidad de matas de laurel, que llevó por nombre Cañería Los Laureles, llegaba a una fuente de piedra en la Plaza que tenía en la parte superior una escultura de san Juan Bautista, que con el tiempo se le conoció como el “Mono de la Pila”. Acá se reunían las aguateras y hablaban de su suerte, destino, quejas y pesares, con el paso del tiempo llevó a la expresión popular de “váyase a quejar al mono de la pila”, significando que quejarse no tiene sentido pues es hablar con una piedra. Las casas del barrio de La Candelaria, residencia de la clase alta durante la época de la Colonia, se caracterizaban por tener pozos subterráneos de agua que abrían y sobre el que colocaban una pila de piedra para proveerse del líquido. Eran los acueductos privados.

Destaco solo dos: la fuente del Convento de Nuestra Señora del Rosario (fundado el 26 de agosto de 1550), lugar de vivienda de los frailes de la Orden de Predicadores y del Colegio Universidad Tomista (fundado el 21 de mayo de 1580) y el “Chorro de Quevedo” (construido en 1832 por un fraile agustino para proveer de agua a los vecinos de la zona). El Convento–Universidad, localizado en la carrera 7 entre calles 10 y 12, fue expropiado por el gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera en 1861, convirtiéndose 97 Universidad Santo Tomás en oficinas del Gobierno y su fuente fue poco a poco perdiendo su brillantez hasta que fue retirada, y las piedras y columnas colocadas en algún lugar. Permanecerán allí hasta que el presidente Enrique Olaya Herrera, preocupado por el crecimiento desmedido de Bogotá para la época, decide crear un pulmón de aire para la ciudad e inaugura el actual Parque Nacional en 1934. Encuentra las piedras y reconstruye la fuente que hoy podemos observar cuando se pasa por la carrera 7, guardando la misma dimensión que tenía en el Convento-Universidad.

La Orden de Predicadores, preocupados por recuperar su monumento así como su significado, contratan su construcción. Las piedras son traídas de Boyacá y el escultor la reconstruye guardando sus proporcione con respecto al patio central de la usta. La simbología de la fuente está en las cuatro columnas que se levantan y representan los cuatro pilares fundamentales de la Orden de Predicadores: estudio, predicación, vida en comunidad y oración; mientras que el agua representa la vida y el dinamismo del cambio.

La fuente fue diseñada y coordinada por el Padre Orlando Rueda, O. P., quien invitó al escultor Manuel Galvis a construirla. El escultor fue al Parque Nacional para conocer la original y poder hacer la del patio lo más fiel posible; viajó a Barichara (Santander) a conseguir y tallar la piedra y las cuatro columnas y, finalmente, fue instalada en 1989 bajo la rectoría del Padre Álvaro Galvis, O. P.2 Es un bien de nuestra historia, los invitamos a conservarla y cuidarla.

 

El autor de esta nota agradece al Padre Orlando Rueda, O. P., la información suministrada sobre los datos de la construcción de la fuente del patio de Sede Central.

* Eduardo Alberto Gómez Bello es magíster en Ciencia Política de la Pontificia Universidad Javeriana. Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás. Docente, investigador y líder académico del Departamento de Humanidades y Formación Integral. Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
Revista Sol de Aquino. ISSN 2744-8487 (En línea) Número 18 2020

Sol de Aquino

Es una publicación interdisciplinar de carácter divulgativo, que nace en el año 2003 y tiene como propósito visibilizar ante la comunidad tomasina y la población en general, las experiencias derivadas de las actividades universitarias de la USTA y ligadas a las reflexiones sobre Sociedad y Ambiente.

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