Las universidades son el cerebro del mundo. Hacen que la existencia-humana-que-sepiensa- a-sí-misma se ponga al nivel de la reflexión… la actividad científica no es más que uno de los diversos factores del progreso del género humano hacia una mayor humanidad, en otras palabras: facientes humanitatem (Schillebeeckx, 1966, p. 435).
Nuestra Universidad Santo Tomás es una institución trans-secular, cuyos asociados actuales somos sucesores y herederos de los primeros asociados del siglo XVI en Santafé de Bogotá, y nos consideramos todos (maestros y estudiantes) continuadores de las sucesivas generaciones, hasta llegar a los maestros y estudiantes que vivieron el declinar de la Colonia y participaron en el nacimiento de la República, fundada precisamente por graduados que exhibían títulos de civilistas, canonistas, filósofos, teólogos o médicos, expedidos en esa época por nuestra Institución.
También somos herederos de los maestros y estudiantes expulsados a raíz de la supresión de 1861 y que murieron con la esperanza de la restauración. Y continuamos los propósitos de los restauradores de 1965, proyectistas del modelo universitario que ha posibilitado a la Universidad Santo Tomás ingresar a este milenio en diálogo con las exigencias de los nuevos tiempos. Este contexto histórico nos impone hablar de la calidad de nuestra Institución, perfilada por rasgos propios identificatorios, desde los cuales cumple su Misión universitaria propia, en el concierto de la educación superior colombiana.
No se puede hablar de calidad de manera abstracta, al margen de lo que hemos sido y de lo que somos y de lo que podemos ser, según las cuatro improntas que nos distinguen: 1) institución católica de educación superior; 2) fundación regulada por el régimen universitario nacional; 3) institución dominicana (800 años de historia); 4) orientación tomista. En primer lugar, la catolicidad, que implica vocación de universalidad, dentro de la misión educativa de la Iglesia.
En segundo lugar, el desarrollo dinámico de las tres funciones sustantivas dentro del estatuto universitario nacional. En tercer lugar, la asunción práctica del lema dominicano: Veritas o búsqueda activa y divulgación de la verdad mediante todas las formas de inteligencia y racionalidad. En cuarto lugar, la alianza dialogal de razón y fe al afrontar los desafíos propios del mundo contemporáneo, de acuerdo con el modelo tomista de pensamiento.